Rocío Navarro nació el 3 de abril de 2001 en el barrio La Alameda y se convirtió en la primera persona nacida en Nordelta. Sus padres, Rodrigo y Fernanda, construyeron su casa en el barrio y se mudaron 3 meses antes de su nacimiento. Al ser la primera beba nordelteña, recibió un reconocimiento conjunto del Colegio Cardenal Pironio del Grupo Marin y Nordelta, quienes becaron sus estudios primarios y secundarios en la Ciudad.
A sus 24 años, se encuentra viviendo y trabajando en Australia. De visita en Nordelta, nos cuenta cómo fue su niñez y adolescencia en la Ciudad y, ahora, su nueva aventura por el mundo.
Terminado el secundario, Rocío cursó en la UADE en pleno microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, a donde iba en tren y colectivo. Eso le dio un agenciamiento y una responsabilidad diferente que, de algún modo, la preparó para la aventura de vivir y trabajar afuera. Al finalizar la carrera universitaria, trabajó durante un año para ahorrar dinero y utilizarlo para viajar a Sidney, Australia. Con la tramitación de una Visa laboral y la compañía de Abril (su amiga de toda la vida de Los Alisos) emprendió una aventura que la llevaría a realizar tareas diversas como cleaning, cajera de supermercado, o poda en viñedos.
“Viajar, conocer, estar en distintos lugares… Es una experiencia que me encanta. Estás lejos de tu familia y amigos. Extrañás, pero también armás un nuevo círculo que se transforma en una nueva familia. Siento que crecí un montón en lo personal”, asegura Rocío Navarro.
Crecer en Nordelta
“Amamos Nordelta” es la frase que surge de Rodrigo. Su historia con la Ciudad coincide con una búsqueda por alejarse de la Ciudad de Buenos Aires a un entorno más tranquilo allí por 1999. “Nos mencionaron Nordelta y vinimos por Bancalari. Paramos en Santa Bárbara y nadie nos atendió, entonces seguimos camino y llegamos de casualidad al Centro de Informes de Unido, en la entrada de Nordelta -describe con entusiasmo el vecino pionero de La Alameda-. Ahí vimos la maqueta del masterplan de la Ciudad y nos dijeron que el primer barrio que se empezaba a habitar era La Alameda. Nos llevaron con una camioneta y vimos la ubicación del terreno. En ese momento, decidimos que era el lugar indicado”.
La casa se terminó de construir en febrero de 2001 y Rocío nació el 3 de abril de ese mismo año. Fue la primera beba nacida en la Ciudad. “Me acuerdo que en la entrada del barrio siempre poníamos un puesto de venta de productos, teníamos desde trufas hasta pulseras, y ofrecíamos a los vecinos y visitas. También nos divertía mucho andar en rollers o en bici con una amiga. Jugábamos mucho al aire libre”, rememora Rocío sobre su niñez en La Alameda.
Ver jugar a sus hijos al aire libre y en un entorno seguro, era algo que llenaba a Rodrigo y su esposa. “Como padres, sentíamos que ella y sus hermanos (Mateo y Solana) tenían una libertad absoluta en un entorno cuidado y con mucha naturaleza. Era algo que nos recordaba a nuestra niñez. Con el tiempo nos entró la duda de qué pasaría con ellos al crecer y entender que vivieron en un barrio diferente a otros por fuera de Nordelta. Pero esta experiencia del viaje de Rocío nos da la razón en la elección y nos permite entender que todos tenemos la capacidad de adaptarnos”, reflexiona Rodrigo.
Cómo es la vida en Manly, Sidney
Hace un año Rocío y su amiga se embarcaron en la aventura de trabajar y vivir temporalmente en Australia. A través de un grupo de whatsapp comparten información sobre los alquileres de cuartos en departamentos o casas compartidas, algo muy útil en esta aventura en Manly.
“En Australia es muy diferente todo. Por ejemplo, la cena es a las 5 de la tarde, no existe la merienda. Adaptarse fue fácil igual porque hicimos un grupo de argentinos que estábamos en la misma situación y nos acompañamos -argumenta la joven sobre las sensaciones que deja esta experiencia-. Yo siento que trabajo, pero también estoy de vacaciones. Por ejemplo, hago mi horario en el supermercado y después me voy a la playa con mis amigos a disfrutar el resto del día. Me encantó conocer este tipo de trabajos y otras personas con otras culturas”.
Este mes, Rocío viajó de sorpresa sin escalas desde Sidney a Nordelta. Mientras su papá le pedía ubicación por whatsapp para saber qué rincón de Australia estaba conociendo, ella lo esperaba en la casa de La Alameda, para darle una sorpresa y recibirlo con un abrazo. La entrevista transcurre en uno de los bancos externos del Club House de La Alameda y Rodrigo observa a su hija con evidencia de orgullo: “Con Fernanda fuimos comprensivos desde el primer momento. Dijimos: que vuele, que crezca, que abra la cabeza. Además, ahora vemos que disfruta mucho y eso nos tranquiliza, nos pone muy felices, porque la vemos crecer y cumplir un sueño”, concluye el vecino.